¿Qué eventos, personajes o cosas miran
los escritores (peruanos)?, ¿desde dónde lo hacen?, ¿cómo se modula esa mirada?
Desde luego que hay cosas que se miran y otras que no se pueden o desean mirar.
Y no hay duda de que cada escritor tiene derecho a mirar lo que quiera. Las
interrogantes no apuntan a un deber, moral o de cualquier otra índole, que los
escritores deban cumplir, sino a la configuración del relato. ¿Qué relación
guarda esta mirada narrativa con la forma del relato?
Se puede responder que la mirada
narrativa misma condiciona la forma del relato. O, como sugiere Bajtín, para el
caso contrario, la forma del género (un manual de instrucciones, por ejemplo)
prescribe la mirada a un tipo de acciones o cosas en particular (los pasos para
construir una nave a escala, por ejemplo, y aquí no tiene cabida contar una
historia social o personal). Es decir, también la forma del relato condiciona
la mirada narrativa. ¿Pero cómo se manifiestan estas miradas narrativas? Veamos
algunas.
La mirada moderna y contramoderna
Dos grandes narradores como lo son Arguedas
y Vargas Llosa miraban, o miran, siempre la sociedad, a su manera cada uno, por
supuesto. El primero a través de su íntima experiencia de lo andino y el
segundo a través de cierta ideología de lo moderno. Pero ambos, en todo caso, a
partir de una profunda confianza en la novela como espacio para la discusión de
asuntos sociales y políticos.