Hay dos macro discursos que posicionan temporal, política y moralmente a la nación peruana. Uno se condensa en las disquisiciones de Zavalita, el personaje de Conversación en la Catedral de Mario Vargas Llosa, que pueden resumirse en la pregunta: ¿En qué momento se jodió el Perú? El otro, en las reflexiones intelectuales de González Prada, Mariátegui, Basadre y las distintas versiones del mito de Inkarrí.
Para el primero la nación existe y está en decadencia. Se constituyó en el pasado y ahora tiene problemas: está “jodida”. La pregunta en cuestión es una falsa pregunta o una pregunta de clase, dado que, para algunos, un sector privilegiado, la nación funcionó como tal, aunque sea precariamente, aunque sea un mito. Fue operativa y ahora (o desde el momento de la pregunta) está “jodida”. Pero para millones de otras personas y sus antepasados que estuvieron siempre “jodidos”, nunca fue, nunca se constituyó para ellos. O simplemente era una nación, allá, que los “jodía”.
Para el segundo, la nación está por concretarse, todavía no es, su lugar es el futuro. Manuel González Prada dijo: ¿Por qué desesperar?, eduquen a lo indios y verán (los verdaderos peruanos); José Carlos Mariátegui soñaba y reflexionaba sobre “la nación futura”, una nación indosocialista; Jorge Basadre hizo un diagnóstico: Perú: problema y posibilidad. José María Arguedas propuso un modelo de nación en Todas las sangres; Aníbal Quijano, siguiendo a Mariátegui y Arguedas, sugirió una ruta en “Lo público y lo privado”.