¿Cómo se
construye (o constituye) “lo” nacional? ¿Qué es lo que genera la producción de
imágenes, discursos, símbolos, huellas, es decir la producción simbólica de lo
que se identifica como lo nacional o lo peruano?
Hablemos de
ciertos nodos discursivos. Del cruce incesante de discursos de esta producción
simbólica de lo nacional que se encuentran, o confrontan, en un lugar. Laclau
ha nombrado a un lugar como este “instancia de producción donde se condensan
los procesos de significación y articulación social”. Pero esta instancia,
recorrida y recurrida por la discursividad (y me refiero no sólo a disciplinas
como la historia, la sociología, la economía, sino también a la literatura, la
plástica —en todos sus sentidos conflictivos de arte y artesanía—, la música, y
más), en el caso del Perú se erige sobre un lugar vacío. Los nudos donde se
condensan y articulan las significaciones de “lo” nacional se erigen frente al
vacío.
La inclusión andina
El nodo
inicial (y como se sabe todo origen es una operación de la diferencia) donde se
condensa la producción discursiva sobre la nación moderna en el Perú comenzaría
con la sentencia (o el gesto) de González Prada:
No forman el verdadero Perú las
agrupaciones de criollos i estranjeros que habitan la faja de tierra situada
entre el Pacífico i los Andes; la nación está formada por las muchedumbres de
indios diseminadas en la banda oriental de la cordillera (“Discurso en el Politeama”,
1888).
Esta
sentencia es en sí un acontecimiento, tal como piensa el acontecimiento Badiou.
Implica primero una pregunta: ¿Quiénes forman
el verdadero Perú?; y luego la respuesta
que da González Prada es: las muchedumbres de indios. La sentencia presenta
entonces una pregunta condicionada a responderse en un lugar (un sitio de
acontecimiento diría Badiou): el indio, lo andino. ¿Pertenece o no? Gonzalez
Prada dice que sí, y que su pertenencia es verdadera,
es decir no implantada ni artificial ni derivada (como otras, los “criollos i
estranjeros”), es la presencia absoluta, esencial. Algunos estarán de acuerdo, muchos
no, y se articulará la pregunta por la inclusión del indio y de lo andino.
Pero, ¿cuál
es la consistencia de este lugar (el indio, lo andino)? Badiou nos dice que un
sitio de acontecimiento pertenece a la situación sin estar incluido en ella, y
lo que le pertenece al sitio, no pertenece a la situación; sin embargo, el
sitio funda la situación y es condición de ser del acontecimiento. O mejor, una
vez dada la sentencia de González Prada y articulada la pregunta por la
inclusión andina, podemos decir: el indio pertenece a la sociedad nacional del
Perú de fin del siglo XIX (sirvientes, pongos, colonos, etc.), pero no está
incluido en ella, y lo que le pertenece a él (lo andino) no pertenece a la
sociedad; sin embargo, (dada la pregunta) es a partir del indio (de su
inclusión o no) que se va articular la sociedad moderna peruana. Ese lugar, el
indio, es como el cero que no cuenta pero que está presente en el conjunto de
los números.
El acto de
responder a esta pregunta por la inclusión andina (extensiva luego a otros
sectores culturales marginados como lo africano, amazónico, chino) generará los
discursos, las narrativas y las ficciones en donde, y desde dónde, se construirá,
se pensará y se discutirá la nación moderna en el Perú. Como el “problema del
indio”, los indigenismos, la reforma agraria, la reflexión cultural y política
de Riva Agüero y Mariátegui, la exploración plástica y literaria de Szyzlo, Eielson,
Churata y Arguedas, por mencionar algunos.
La inclusión
no está dada aún (no definitivamente) y su consistencia aún como vacío a ser
llenado se verifica en que el lugar desde donde se funda (lo andino, lo
indígena) todavía es un sitio que no cuenta o cuenta a medias. La discursividad
generada en torno a esta inclusión ha intentado llenar ese vacío, incluso con
su cuestionamiento o la negación de la inclusión misma.
La Guerra Interna
Con el
desarrollo de los eventos de la violencia política de 1980 al 2000 ocurre un
desplazamiento. El nodo discursivo dominante (uno de los dos en el presente)
para discutir “lo” nacional pasa a ser ahora el de la Guerra Interna. Este
nodo, la condensación discursiva que implica, se articula también a partir de
una pregunta sobre el vacío: ¿Qué ocurrió en la guerra? De donde se desprenden
otras preguntas: ¿quiénes fueron las víctimas y quienes los victimarios?, ¿por
qué ocurrió?, ¿cuál fuel el rol de la población rural andina?, y más. Los miles
de cadáveres, violaciones y torturas, se convierten en el sitio de acontecimiento:
están presentes en la situación pero no cuentan como uno (no mientras no se
reconozca plenamente su humanidad e individualidad).
La respuesta a estas
preguntas genera las narrativas y ficciones de la política, la sociedad, el
arte, el psicoanálisis, la literatura, la antropología, y otras disciplinas
como la economía, que discuten “lo” nacional contemporáneo. De esta manera se va
construyendo sobre el vacío una imagen poliédrica del evento. Pero esto no
significa necesariamente el abandono del nodo anterior de la inclusión andina,
sino que, en muchos casos, lo incluye.
Para poner
un ejemplo del alcance de estos nodos. Veamos el caso de las narrativas
económicas (o de la economía) que desarrolla Hernando de Soto. Primero, en El otro sendero (1986) articulaba un
relato en torno al nodo discursivo de la inclusión andina al plantear la
inclusión de la economía informal desarrollada fundamentalmente por inmigrantes
andinos a las ciudades. El decía: sí, hay que incluir esa fuerza económica y
valorar sus estrategias. Luego, en un artículo reciente “La nueva clase media
nació en Ayacucho” (marzo, 2014), construye un relato de la economía en el que
se dice que el capitalismo emergente de campesinos ayacuchanos e inmigrantes a
la ciudades venció a Sendero. Este nuevo relato económico (aunque la polémica
lo acompaña y ha sido reinscrito como ficción, pero eso no lo invalida, por
supuesto) se articula en torno al nodo de la Guerra Interna.
En suma, el
nodo de la Guerra Interna es hoy uno de los lugares con mayor densidad
simbólica desde donde se construye, piensa y debate, la nación. Otro nodo sería
la cocina, indudablemente, pero de éste hablaremos en otro momento.
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