6.3.14

La literatura peruana según Sebald o Guerra Aérea/Guerra Interna y literatura


En un ensayo titulado “Guerra aérea y literatura” el escritor alemán, W. G. Sebald, se pregunta por qué la literatura de la post-guerra registra mínimamente la destrucción ocasionada, por ejemplo, por los bombardeos aéreos de los aliados a las ciudades alemanas durante la Segunda Guerra Mundial. Acción que mató a cientos de miles y dejó a grandes sectores de la población urbana conmocionada y traumatizada. Son muy pocos los relatos y novelas –señala-, que abordan el tema directamente, y aún en ellos suelen ocurrir digresiones y rodeos que estetizan o retorizan el evento, evitando el testimonio o la presentación directa y cruenta. ¿Por qué los escritores no contaron decisivamente su experiencia de la guerra?, se pregunta.

La adaptación y el ajuste

Una de las razones que esgrime para explicar esta carencia o casi vacío en la literatura alemana de la post-guerra es la adaptación. La adaptación al régimen fascista (nazi) de muchos de los escritores (sin llegar a ser colaboradores), que después de la derrota se revelaría como una complicidad por inacción o una falta de capacidad de resistencia y rechazo. Esta adaptación resultaría ser la causa por la cual muchos escritores de la post-guerra estarían más preocupados en redefinir la comprensión de sí mismos, en retocar su imagen, en ajustarla –dice-, con respecto al régimen y la época nazi, que en dar testimonio o abordar directamente la conmoción del pueblo alemán y la destrucción de sus ciudades.


Guerra Aérea/Guerra Interna

Si cambiamos, mutatis mutandis, la destrucción de las ciudades alemanas durante la Segunda Guerra Mundial por la destrucción de las aldeas y pueblos andinos durante la Guerra Interna en el Perú (1980-2000), nos podemos preguntar, ¿los escritores peruanos dieron cuenta de las atrocidades cometidas en esa guerra donde murieron casi 70,000 personas en su mayoría campesinas y campesinos andinos? ¿Lo hicimos? ¿Contamos nuestra experiencia de esa destrucción de la vida y el espíritu? Se podría decir que sí, que muchos lo hicieron, y que otros lo están haciendo ahora y que otros lo seguirán haciendo cada vez más hasta llegar a la casi unanimidad. ¿De dónde viene ese arrebato? Y más aún, ¿escribimos realmente sobre nuestra experiencia de esa guerra? Algunos sí, desde su experiencia, cercana o distante, en Huamanga o en Accomarca o en el Miraflores de Lima o en el Miraflores de Arequipa (que es muy diferente) o en Alabama. ¿Pero por qué deberíamos escribir sobre nuestra experiencia, si, como dice Henry James, un novelista es como una muchacha que pasa frente un cuartel y oye una conversación entre dos soldados y luego va a casa y escribe una novela sobre el ejército?

¿Otra adaptación y otro ajuste?

La adaptación en este caso no sería con el régimen como en la Alemania nazi, sino con la destrucción, con la violencia letal, con el horror que a veces alcanzaba la portada de los diarios y las pantallas de televisión. ¿Nos adaptamos durante la guerra, nos adaptamos a esa destrucción? Dejemos los nombres de lado. Algunos sí, muchos; otros no, muy pocos. Esos pocos denunciaron la destrucción, la violencia, la violación, la barbarie. Y menos aún, sólo unos cuántos, denunciaron la muerte y murieron también un poco.

Si la adaptación a la destrucción puede sonar imprecisa o ambigua (uno no sabía, vivía en otro mundo, la agenda literaria era otra, tenía miedo, aprehensión, etc.), el ajuste, sin embargo, se observa con mayor claridad, pero tiene un signo distinto al caso alemán que menciona Sebald. En la literatura peruana no se ajusta o se retoca la imagen propia (aunque también hay casos notorios de ello) sino que se escribe directamente sobre la Guerra Interna. Lo que se ajusta es el tema mismo de la violencia, la guerra, la destrucción. Así, el tema se convierte en, o se ajusta como, un policial (los criminales y la ley), un espectáculo de consumo (se borra la historia y la política que hieren el paladar), una crítica a los saberes (por ejemplo a cierta antropología cultural), una crítica cultural (a la supuesta barbarie andina), una crítica de género (a la barbarie machista y a la dominación masculina), y más.

¿Pero es que hay un deber ser en la literatura, una forma correcta de escribir sobre la destrucción? No. Sin embargo, el ajuste implica un desplazamiento desde otro lugar. Tener A para ajustarlo y convertirlo en B. ¿Qué es el A? El A es la muerte y la destrucción del otro. No hay una forma correcta, ni un deber ser, para escribir sobre la muerte y la destrucción del otro. Sólo hay algunos ejemplos, grandes ejemplos, Kafka, Primo Levi, pero también Cervantes, Borges y Arguedas, para quienes escribir es hacerlo a través de la experiencia que se tiene del otro. Y todos, como humanos, tenemos la experiencia del otro.

Volveré al tema en otra oportunidad.

2 comentarios:

  1. Creo que el ajuste también es ideológico; el lugar difícil de habitar es el del senderista o del milico, los relatos tienden a situarse en la perspectiva de la víctima "entre dos fuegos" o de un sujeto externo al conflicto (hasta donde yo sé)

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  2. Más que ajustar la imagen del escritor (que también ocurre) me refiero al ajuste del evento mismo. Y sí, ese ajuste también implica una dimensión ideológica, si hay un desplazamiento dentro de lo político o del mercado, por poner dos ejemplos.

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