19.5.25

El destape de Palma o de la narrativa frívola en el Perú

¿Qué pasa cuando la sociedad colonial (aquella observada y legislada desde el punto de vista de la República de Españoles) se convierte en la sociedad criolla moderna peruana, la que viene después de la independencia, donde aún persiste el chisme de la Lima chismosa?

Hannah Arendt señalaba que la sociedad moderna es una esfera híbrida donde los intereses privados adquieren significado público. ¿De qué manera los intereses privados adquirieron un significado público en la naciente sociedad peruana? Y, más aún, lo privado moderno, señalaba Arendt, tiene como función más apropiada proteger lo íntimo, aquello que hacemos con nuestro cuerpo o entorno a nuestro cuerpo alejado de la mirada de los demás. ¿Qué pasa con esta relación de lo público y lo privado en la naciente sociedad criolla peruana?

1. El chisme, un género discursivo
Sabemos que el chisme es un género discursivo. Lo usamos para comunicar cosas que “nadie” sabe o nuestro interlocutor o interlocutora no sabe, y que se las presentamos envueltas en el aura del secreto (¡A que no sabes! ¡Te cuento la última!). El chisme produce complicidad e interés entre los interlocutores. Va, por lo general, de lo privado a lo público. Trata sobre terceros e implica una valoración de estos terceros. Discute lo que es impropio para la esfera pública y que por eso mismo se ha mantenido como privado. Aquello que, articulado y revelado por el chisme, pica, escuece, escandaliza. Y, claro, podría ser terriblemente destructivo también. Chismear es narrar algo secreto para quien oye. 

Ricardo Palma toma este género discursivo (“A viejos y viejas oí relatar, allá en los días de mi infancia…”) que corre y corroe en la sociedad colonial (otra vez, desde el punto de vista de la República de Españoles), lo trabaja, lo lleva a otro plano discursivo, o, también, toma una anécdota a la que le da forma de chisme, y en ambos casos el chisme se convierte en un género narrativo, literario. Un género que hace un destape.

2. La tapada y la mirada masculina
La tapada, como se sabe, solía ser una mujer que en tiempos coloniales se cubría con un manto y una saya. Solo dejaba al descubierto una mano, los tobillos, un ojo. Un ojo curioso, que interroga, interpela, se despliega soberano y se ríe con lisura de quien mira. La tapada, con el atuendo ajustado, revela la forma anatómica a la mirada (masculina), pero no se identifica, no se sabe quién es. Exhibe su intimidad, pero no la socializa. La tapada proyecta un mecanismo mediante el cual el objeto de la intimidad (el cuerpo) se hace exterior sin dejar de ser interior. Va de adentro hacia afuera y de afuera hacia adentro. Evade el control de la mirada social, incluso impide, desde la conciencia de una práctica femenina o no masculina, que se despliegue completamente el espacio social como espacio para la mirada masculina.  La tapada le da a esta mirada lo que quiere ver, pero también la obstruye, no le permite interpelar a quien la practica. Presenta un ojo que mira mirar, que mira cómo la miran. En ese sentido, es política.

3. El destape de Palma
El trabajo narrativo de Ricardo Palma con el chisme consiste en un destape. Sus tradiciones, articuladas muchas veces (no siempre) a través del relato del chisme, donde las acciones, anécdotas personales, que tienen la forma del chisme o a las que le da la forma del chisme, generan el despliegue narrativo o son el foco de la historia. Ejecuta así un destape, un flujo narrativo que transita de lo privado a lo público. Le provee a la interpelación masculina la identificación social. Los cuerpos que de ahora en adelante sean identificados serán legislados por esta mirada dentro de las jerarquías y valoraciones sociales.

Palma lleva a tal sofisticación este trabajo narrativo, que ya no es más el relato de una persona sino el de un grupo social o el de una persona que representa a un grupo. La limeña en “La conspiración de la saya y el manto”, el indio conspirador y el traidor en “El castigo de un traidor”. Es el chisme social, el chisme de tipos, al que el trabajo narrativo le da forma de una tradición sin tradición. Sin embargo, Palma va a la colonia o al periodo de independencia no solo para hacer un ejercicio de actualización, de reinscripción histórica, su trabajo narrativo más profundo no es revelar aquel pasado, sino convertir el chisme social, de tipos, en un relato para la mirada pública (masculina). Este tránsito de lo privado a lo público informado por el chisme es uno de los dos elementos discursivos que le dan consistencia a la incipiente sociedad criolla moderna, o más bien, limeña, incluso a los fragmentos de la sociedad criolla que aún sobreviven en esta nueva e hirviente Lima. El otro es la lógica de la tapada, la que prescribe mirar con un solo ojo, llamar la atención sobre el cuerpo de su relato y lo que se mira, para que su cuerpo mirado no sea identificado.

 Fabulando un poco, el mismo Ricardo Palma habría quedado atrapado en esta lógica. Vive actuando como una tapada. Su intimidad, los ancestros africanos presentes en su cuerpo, pueden ser leídos públicamente, y eso es impropio para la antigua sociedad colonial y para la naciente sociedad criolla. Entonces, intenta taparse, cubrir su cuerpo que es cubrir de paso a los ancestros. Se va a la colonia para identificar a esos criollos con “nuestros” criollos de ahora, a los mestizos, indios, zambos y demás con “nuestros” mestizos, indios, zambos y demás. En ello despliega una voz que hace desviar la mirada dirigida a su cuerpo hacia el cuerpo criollo, indio, mestizo y demás. Se recarga de un supuesto castellano castizo que reinventa como castellano criollo. Crea y recrea mucho, es un magnífico escritor. Pero no puede hacerlo del todo, no puede taparse completamente, solo consigue imitar ese único ojo que mira. Despliega su mirada narrativa como si fuera una tapada intentando confundir o desviar la mirada que intenta identificar su cuerpo. 

4. La narrativa frívola en el Perú
Palma funda de esta manera la narrativa frívola. Sus mecanismos discursivos son el trabajo narrativo con y sobre el chisme, la lógica de la tapada y el destape, el tránsito de lo privado a lo público. Despliega una consciencia clara y conflictuada sobre el cuerpo, sobre lo que se mira o no se mira en el cuerpo, y sobre lo socialmente impropio que corroe. La narrativa frívola peruana o mejor, limeña, o una suerte de melodrama criollo limeño, se inicia con Palma, recorre a todo lo largo la historia de la narrativa en el Perú, con picos y silencios, hasta llegar a Jaime Bayly. Incluyendo, por supuesto, el vendaval de relatos audiovisuales como las telenovelas, series de TV, reality shows, y programas sobre esos famosos y famosas que no miran, pero que todos miran y nadie identifica. 

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