Cuando el narrador de Los
eunucos inmortales del escritor peruano Oswaldo Reynoso, piensa en escribir
una novela sobre China, se pregunta “¿cómo narrar?”. ¿Cómo caracterizar a un
personaje?, ¿cómo escribir un monólogo interior, si, después de haber vivido
más de diez años en China, no habla la lengua, no puede sostener una
conversación en chino, y su mundo se remite a sus contactos con los estudiantes
y la pequeña comunidad extranjera traductora y correctora de estilo que vive en
su hotel? Se dice entonces que escribir de esta manera va en contra de la ética
de la novela. ¿Qué implica una ética de la novela para este personaje escritor?
1. Narrar como
experiencia del otro
Este personaje decide escribir una novela bajo el formato de
la ficción del diario para dar cuenta de su estadía en China y particularmente
sobre aquellos días infaustos de la masacre de Tiananmen. Escribir entonces, se
hará posible debido al impacto que el otro, los amigos chinos, los extranjeros, el mundo a representar, tienen en él. Como lo dice Levinas cuando
reflexiona sobre la figura del testigo: “ '¡Heme aquí!' delante del otro; y por
el hecho de que, ante el otro, reconoce la responsabilidad que le incumbe, se
encuentra con que ha manifestado lo que el rostro del otro ha significado para
él” (Ética e Infinito). Es decir,
escribir es narrar la experiencia propia, la que uno tiene del otro.