4. El relato de investigación o la insuficiencia y el exceso del uso
El relato de investigación que lee huellas, indicios, que
deduce y resuelve crímenes y enigmas se ha escrito desde siempre. Ya se ha
mencionado El libro de Daniel y Zadig que decisivamente usa un razonamiento
deductivo. Otro gran ejemplo es Edipo rey
de Sófocles, que es tanto un relato de investigación como uno de crimen. La
práctica de la investigación misma es tan antigua como los relatos que dan
cuenta de ella, Carlo Ginzburg señalaba que ya los primeros cazadores en la los
albores de la humanidad practicaban la actividad de leer huellas (de animales y
hombres) y sacar conclusiones; que los críticos de arte en el siglo XIX observaban
detalles menores como la forma de las orejas o las manos para determinar la
autenticidad de una pintura; que Freud y la legión de psicoanalistas que lo
siguieron, hasta ahora, intentan leer los actos fallidos, los síntomas, y
deducir las operaciones del subconsciente. En todas estas actividades de
investigación, de leer huellas y síntomas, el objetivo fundamental era y es
obtener una respuesta (¿quién lo hizo?, ¿dónde está?, ¿cómo lo hizo?, etc.). Resolver
el enigma, encontrar la presa, descubrir la autenticidad de la pintura, conocer
la producción simbólica del subconsciente. Estas respuestas eran y son también
el objetivo del relato de investigación.
¿Pero qué ocurre si ese objetivo deja de tener interés o se
vuelve secundario?